El pueblo de Ibiza en el que se pagaban las consumiciones con cuadros y se dejaban poemas pegados a las farolas

Está ubicado en el corazón de la isla y destaca por su belleza y autenticidad

El pueblo de Ibiza en el que se pagaban las consumiciones con cuadros y se dejaban poemas pegados a las farolas
El pueblo de Ibiza en el que se pagaban las consumiciones con cuadros y se dejaban poemas pegados a las farolas / Istock / L. Apolli / AidBC

La isla de Ibiza es conocida por su encanto, pero también por las historias que albergan sus pueblos. Hay uno que destaca frecuentemente por su belleza, ambiente y autenticidad. Tiene un ambiente bohemio y artístico y cuenta con galerías, tiendas de artesanía y cafés con personalidad.

Hablamos de Santa Gertrudis de Fruitera que, situado en el corazón de Ibiza, está profundamente ligado a la vida rural, la agricultura y las transformaciones sociales y culturales que ha vivido la isla a lo largo del tiempo. Este pequeño pueblo se formó alrededor de su iglesia, construida en 1797, dedicada a Santa Gertrudis de Helfta, una mística alemana del siglo XIII. Alrededor de esta se fue formando el núcleo urbano, con casas blancas típicas de la arquitectura ibicenca.

En las décadas de los 60 y 70, con la llegada de los hippies, artistas y viajeros internacionales, Santa Gertrudis se convirtió en un enclave bohemio. Precisamente, fue en este momento cuando el Bar Costa, uno de los establecimientos más emblemáticos de Ibiza, se convirtió en un punto de encuentro de artistas. Y aquí está una de las anédtocas del pueblo: muchos de ellos pagaban sus consumiciones -sus famosos bocadillos de jamón serrano- con cuadros en lugar de dinero, lo que dio lugar a una colección de arte muy particular que, en la actualidad, decora las paredes del bar. Es más, se dice que algunos de los cuadros del Bar Costa tienen historias ocultas: desde mensajes secretos hasta autorretratos de artistas que luego se hicieron famosos.

Y hablando de arte... En los 80 vivió en el pueblo un poeta italiano, del que aún se desconoce el nombre, que escribía poemas a mano y los dejaba pegados en árboles o farolas por la noche. Sus versos hablaban de amor, naturaleza y libertad. A día de hoy todavía se conservan algunos de estos poemas en casas particulares.

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