El lago que hechiza a los viajeros en el corazón chino de la Ruta de la Seda, próxima parada de la Expedición VIAJAR
Apúntate a la nueva Expedición VIAJAR que parte en septiembre al corazón chino de la Ruta de la Seda.

Para descubrir uno de los paisajes más singulares de Asia, es necesario dejar atrás las grandes urbes chinas y dirigirse al remoto oeste de la provincia de Sinkiang, en la prefectura de Kizilsu. Allí, a 3.652 metros de altitud y rodeado de picos nevados durante todo el año, se encuentra el lago Karakul, un enclave que parece detenido en el tiempo y que deslumbra por la variedad de colores que adquieren sus aguas a lo largo del día.

En la próxima Expedición Viajar por la Ruta de la Seda china, el lago Karakul será uno de los protagonistas. Los participantes, acompañados por el fotógrafo Tino Soriano y el escritor y guía Pedro Ceinos Arcones, recorrerán China desde Pekín hasta Kashgar, culminando su travesía en este rincón mágico donde la naturaleza y la historia se dan la mano. Organizada por la revista VIAJAR y Azulmarino, esta nueva expedición partirá hacia el país chino el próximo mes de septiembre. ¿Te apuntas?
Información expedición al Corazón de la Seda chino | |
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Correo Electrónico: | [email protected] |
Teléfono: | 900 909 698 |
Sitio web: | www.club-viajar.es/expediciones |

El entorno es sobrecogedor: tres montañas imponentes —el Muztagh Ata (7.546 m), el Kongur (7.649 m) y el Kongur Tiube (7.530 m)— enmarcan el lago, reflejándose en su superficie y creando postales irrepetibles. Entre estos gigantes, los glaciares añaden aún más dramatismo al paisaje. La luz y el clima transforman el color del agua, que puede ir desde un azul intenso hasta un verde esmeralda, ofreciendo un espectáculo visual único cada vez que se contempla.
El lago Karakul, aunque hoy permanece alejado de las rutas turísticas más transitadas, fue en el pasado un punto clave para los comerciantes que recorrían la legendaria Ruta de la Seda. Su posición estratégica, a unos 200 kilómetros de Kashgar y cerca de la frontera con Pakistán, lo convirtió en un lugar de encuentro entre culturas, civilizaciones y mercancías de Oriente y Occidente.

Este cruce de caminos ha dejado huella en las costumbres y la gastronomía local, pero Karakul sigue siendo un refugio de autenticidad. La zona está habitada principalmente por comunidades nómadas como los kirguises, pastores que mantienen vivas tradiciones ancestrales y viven en yurtas junto a sus rebaños de ovejas, caballos, yacs y camellos. También los tayikos, una minoría étnica, residen en los alrededores.
Las leyendas locales envuelven tanto al lago como a las montañas en un halo de espiritualidad, considerándolos elementos sagrados en la cosmovisión de los pueblos nómadas de la región.
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